viernes, 9 de junio de 2017

Comentario a las lecturas del Domingo despues de Pentecostés. Santisima Trinidad. 11 de junio 2017.

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La fiesta de la Santísima Trinidad: ¿Qué suceso celebramos hoy los cristianos? El mejor de todos: que Dios se ha comunicado a los hombres tal cual es y los ha reunido para que tengan vida y la tengan en abundancia. La Santísima Trinidad no es en primer lugar una fórmula del catecismo o un dogma, mucho menos aún una frase enigmática, sino todo un acontecimiento y una revelación. Es propiamente el mismo Dios que ha entrado en Jesucristo en comunión con nosotros, culminando así toda la historia de la salvación. La Santísima Trinidad es Dios en sí y Dios para nosotros. Es el Padre, "nuestro
Padre", ante quien comparecemos; y el Hijo, que se ha hecho hermano universal y hombre para los hombres; y el Espíritu, que ha sido derramado en nuestros corazones. La Santísima Trinidad es el misterio que funda y anima nuestra convivencia cristiana, la vida de nuestras vidas en la que nos gozamos y a la que alabamos. Para vivir este misterio -y de eso se trata, no de comprenderlo- se requiere que todos, tú y yo, seamos nosotros delante del Padre que nos convoca, con el Hijo y en la unidad gozosa que opera el Espíritu Santo.
La imagen de Dios es el hombre acompañado: la comunidad: Dios es muy parecido a nosotros, porque nosotros somos muy parecidos a Dios. En efecto, el hombre no es un solitario ni puede vivir en solitario. De manera que aislar a un hombre es condenarlo a muerte y ésta no es otra cosa que la marginación radical. Tampoco Dios es un solitario, y si decimos que no hay más que un solo Dios, no es para afirmar su aislamiento absoluto, sino su entrañable comunicación. Por eso la unidad de Dios no excluye la pluralidad de personas.

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