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domingo, 1 de diciembre de 2013
Adviento: engrendremos al Evangelio para evangelizar.
Una gran oportunidad.
Estamos en los inicios de un nuevo año litúrgico. Con él nos preparamos para celebrar
el nacimiento de Jesús, que hacemos coincidir con los
días en los que el sol prolonga sus horas y da origen a un
nuevo año.
Como las grandes fiestas se preparan con gran espera, también nosotros hemos fijado cuatro semanas de preparación para celebrar la manifestación de “Dios connosotros” en Jesús de Nazaret. Es el tiempo de Adviento, de espera de su venida. La intensidad de la espera dependerá de su significación y repercusión para nuestra
vida.
La liturgia insiste mucho en pensar este tiempo como una oportunidad, una posibilidad de las que pasan pocas
veces por nuestra vida. En la Biblia la vida tiene
esa característica de gran oportunidad de encontrarse con Dios,
encuentro que la cambia hasta hacerla nueva. Dejar
pasar ese encuentro sin tener la experiencia de un Dios tan importante para la vida, es una gran desgracia.
Por eso las lecturas insisten tanto en las actitudes de las personas despiertas. No es la actitud de indiferencia o
escepticismo de la que está de vuelta de todo o no se deja sorprender por nada, lo que hará posible el nacimiento de Dios en la vida y el entusiasmo en la comunidad. Hay que salir del letargo y recuperar el ánimo
, dice S. Pablo. Hay que anhelar que ocurra algo trascendental. Es tiempo, pues, de entrenamiento
para preparar algo nuevo. Dejemos
la rutina, no nos cansemos de celebrar la vida con Dios y seamos testigos de esperanza, colaborando en el nacimiento del mundo nuevo que tanto ansía la humanidad entera.
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