miércoles, 18 de septiembre de 2013

Medios para cuidar la vida espiritual.


Medios para cuidar la vida espiritual.

Estos son los instrumentos del arte espiritual.  Si con perseverancia  los usamos día y noche y en el día del juicio los devolvemos, el Señor nos recompensará con el premio que nos prometió:  Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que le aman . Pero el taller donde incansablemente debemos practicar estas cosas es en la realidad de nuestra vida cotidiana  y en nuestro grupo de comunidad o Cenáculo de ORACION..

CENACULO de BETANIA.
Tener presente que somos peregrinos y nuestra meta es la vida eterna..
     Desear la vida eterna con anhelo espiritual. Tener cada día presente ante los ojos la muerte. Vigilar constantemente la propia conducta. Estar seguro que en todo lugar Dios te está mirando.  Los malos pensamientos que nos vengan al corazón estrellarlos inmediatamente contra Cristo y manifestarlos al anciano espiritual. Guardar la boca de conversación mala o deshonesta. No ser amigo de hablar mucho.  No hablar a lo tonto o por hacer reír. No gustar de reír mucho o estrepitosamente. 


Cuidar de descubrir y realizar la voluntad del Señor en tu vida.     

Al empezar cualquier obra buena, pídele al   Señor con insistente oración que la lleve a término,  para que, pues ha querido contarnos ya entre el número de sus hijos, jamás se deba afligir por nuestras malas obras. Siempre debemos cuidar los dones que ha puesto en nosotros, descubrirlos y hacerlos crecer como en los talentos de la parábola: Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.  A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos...". (Mateo 25:14-30).

Poner la esperanza en Dios.

      Poner tu esperanza en Dios. Cuando veas en tí algo bueno, atribúyaselo a Dios y no a tí. Dale gracias al Señor que está haciendo en ti una gran obra. En cambio, reconoce siempre el mal que has hecho y tente  por responsable, pídele ayuda al Espíritu Santo que fortalezca tu voluntad y te dé su luz.

Cuidar la vida espiritual y  la oración. Orar para que Dios culmine su obra.

Ten un director espiritual. Oír con gusto lecturas santas.  Darse con frecuencia a la oración.

Reconocer a diario en la oración ante Dios los pecados pasados. Enmendarse en adelante de esos mismos pecados. Déjate reconciliar por Dios, Padre rico en Misericordia

No querer ser tenido por santo antes de serlo, sino serlo primero para que lo digan con razón. 

Nunca dudar de la misericordia de Dios.

      Poner por obra a diario los preceptos de Dios. Amar la castidad.  No odiar a nadie. No tener celos. No obrar por envidia.  No ser amigo de discordias. Huir de la arrogancia. Venerar a los ancianos. Amar a los jóvenes. Orar por los enemigos en el amor de Cristo.  Antes de acabar el día hacer las paces con quien se haya reñido. Y jamás desesperar de la misericordia de Dios

Se humilde.

      La Sagrada Escritura, nos advierte con voz muy fuerte diciendo: Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.  Al decir esto nos muestra que toda exaltación es una forma de soberbia.  El profeta indica que la evitaba al decir: Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros, no pretendo grandezas que superan mi capacidad. Y, ¿qué pasará si no fui humilde, si se ensoberbeció mi alma? Tratarás a mi alma como al recién destetado en brazos de su madre. 

Amar a Dios y al prójimo.

      Ante todo, amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y al prójimo como a ti mismo.  Y luego no matarás, no cometerás adulterio,  no robarás,  no codiciarás, no darás falso testimonio. Honra a todos los hombres y no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti.

Practicar la misericordia.

      Socorrer a los pobres,  vestir al desnudo,  visitar al enfermo,  enterrar a los muertos.  Ayudar al atribulado,  consolar al afligido.  Hacerse ajeno a la conducta del mundo,  no anteponer nada al amor de Cristo. 


Amar a los enemigos.

      No dejarse llevar de la ira,  ni guardar resentimiento.  No ser falso por dentro,  ni dar la paz fingida.  No echarse atrás en la caridad.  No jurar para no hacerlo en falso,  decir la verdad con el corazón y con los labios. No devolver mal por mal. No hacer daño a otro, sino llevar con paciencia el que le hagan.  Amar a los enemigos.  No maldecir a los que le maldicen, sino bendecirles. Sufrir la persecución por la justicia. 

No darse a lo cómodo No ser orgulloso,  ni bebedor,  ni comilón,  ni dormilón, ni perezoso,  ni murmurador,  ni calumniador.

 

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