sábado, 9 de marzo de 2013

Los preceptos evangelicos.

“Los preceptos evangélicos, hermanos muy amados, son medios para consolidar la fe, alimento para inflamar el corazón, guía para indicar el camino, amparo para obtener la salvación; ellos, instruyendo las mentes dóciles de los creyentes en la tierra, los conducen a la vida eterna. Cristo nos enseñó la forma de orar, él mismo nos inculcó y enseñó las cosas que hemos de pedir. Quien nos dio la vida nos enseñó también a orar. ¿Pues qué otra oración en espíritu puede haber fuera de la que nos fue dada por Cristo, el mismo que nos envió el Espíritu Santo? ¿Qué otra plegaria puede haber que sea en verdad ante el Padre, sino la pronunciada por boca del Hijo, que es la misma verdad? Oremos, pues, hermanos muy amados, tal como Dios, nuestro maestro, nos enseñó. A Dios le resulta familiar y aceptable la oración, cuando oramos con la que es suya, cuando llega a sus oídos la oración del mismo Cristo. Reconozca el Padre las palabras del Hijo, cuando hacemos oración; el mismo que habita en nuestro interior esté también en nuestra voz.” (San Cipriano, Tratado sobre la Oración del Señor, Cap. 1-3: CSEL 3, 267-268)

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